(Dialogos sacados de internet)
Capitulo Extra: La obra: Romeo y Julieta
Ya había llegado la hora de la obra, todo estaba preparado, estaba un
poco nervioso pero poco a poco me calme, Aome parecía muy concentrada, meditaba
lo que decía, y yo hice lo mismo... rin nos habló, nos pusimos en nuestros
lugares, el telón se levantó y comenzó la obra...
Bajo el balcón de Julieta. (Romeo entra sin ser visto en el palacio de
los Capuleto. Julieta aparece en una ventana)
INUYASHA-- ¡Silencio! ¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella
ventana? ¡Es el Oriente, y Julieta, el sol! ¡Surge, esplendente sol, y mata a
la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la
has aventajado en hermosura! ¡No la sirvas, que es envidiosa! Su tocado de
vestal es enfermizo y amarillento, y no son sino bufones los que lo usan,
¡Deséchalo! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece!… Habla… más nada se
escucha; pero, ¿qué importa? ¡Hablan sus ojos; les responderé!…Soy demasiado
atrevido. No es a mí a quien habla. Do de las más resplandecientes estrellas de
todo el cielo, teniendo algún quehacer ruegan a sus ojos que brillen en sus
esferas hasta su retorno. ¿Y si los ojos de ella estuvieran en el firmamento y
las estrellas en su rostro? ¡El fulgor de sus mejillas avergonzaría a esos astros,
como la luz del día a la de una lámpara! ¡Sus ojos lanzarían desde la bóveda
celestial unos rayos tan claros a través de la región etérea, que cantarían las
aves creyendo llegada la aurora!… ¡Mirad cómo apoya en su mano la mejilla! ¡Oh!
¡Mirad cómo apoya en su mano la mejilla! ¡Oh! ¡Quién fuera guante de esa mano
para poder tocar esa mejilla!
AOME-- ¡Ay de mí!
INUYASHA-- Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!… Porque
esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero
celeste ante los ojos extáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan
hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y
navega en el seno del aire.
AOME-- ¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa
tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser
una Capuleto.
INUYASHA- (Aparte) ¿Continuaré oyéndola, o le hablo ahora?
AOME-- ¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o
no Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni
parte alguna que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro nombre! ¿Qué hay en un
nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera
otra denominación! De igual modo Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría
sin este título las raras perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre;
y a cambio de ese nombre, que no forma parte de ti, tómame a mi toda entera!
INUYASHA- Te tomo la palabra. Llámame sólo “amor mío” y seré nuevamente
bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo!
AOME- ¿Quién eres tú, que así, envuelto en la noche, sorprendes de tal
modo mis secretos?
INUYASHA- ¡No sé cómo expresarte con un nombre quien soy! Mi nombre,
santa adorada, me es odioso, por ser para ti un enemigo. De tenerla escrita,
rasgaría esa palabra.
AOME- Todavía no he escuchado cien palabras de esa lengua, y conozco ya
el acento. ¿No eres tú Romeo y Montesco?
INUYASHA- Ni uno ni otro, hermosa doncella, si los dos te desagradan.
AOME- Y dime, ¿cómo has llegado hasta aquí y para qué? Las tapias del
jardín son altas y difíciles de escalar, y el sitio, de muerte, considerando
quién eres, si alguno de mis parientes te descubriera.
INUYASHA-- Con ligeras alas de amor franquee estos muros, pues no hay
cerca de piedra capaz de atajar el amor; y lo que el amor puede hacer, aquello
el amor se atreve a intentar. Por tanto, tus parientes no me importan.
AOME-- ¡Te asesinarán si te encuentran!
INUYASHA-- ¡Ay! ¡Más peligro hallo en tus ojos que en veinte espadas de
ellos! Mírame tan sólo con agrado, y quedo a prueba de su enemistad.
AOME-- ¡Por cuánto vale el mundo, no quisiera que te viesen aquí!
INUYASHA- El manto de la noche me oculta a sus miradas; pero, si no me
quieres, déjalos que me hallen aquí. ¡Es mejor que termine mi vida víctima de
su odio, que se retrase mi muerte falta de tu amor!
AOME-- ¿Quién fue tu guía para descubrir este sitio?
INUYASHA-- Amor, que fue el primero que me incitó a indagar; él me
prestó consejo y yo le presté mis ojos. No soy piloto; sin embargo, aunque te
hallaras tan lejos como la más extensa ribera que baña el más lejano mar, me
aventuraría por mercancía semejante.
AOME-- Tú sabes que el velo de la noche cubre mi rostro; si así lo
fuera, un rubor virginal verías teñir mis mejillas por lo que me oíste
pronunciar esta noche. Gustosa quisiera guardar las formas, gustosa negar
cuanto he hablado; pero, ¡adiós cumplimientos! ¿Me amas? Sé que dirás: sí, yo
te creeré bajo tu palabra. Con todo, si lo jurases, podría resultar falso, y de
los perjurios de los amantes dicen que se ríe Júpiter. ¡Oh gentil Romeo! Si de
veras me quieres, decláralo con sinceridad; o, si piensas que soy demasiado
ligera, me pondré desdeñosa y esquiva, y tanto mayor será tu empeño en
galantearme. En verdad, arrogante Montesco, soy demasiado apasionada, y por
ello tal vez tildes de liviana mi conducta; pero, créeme, hidalgo, daré pruebas
de ser más sincera que las que tienen más destreza en disimular. Yo hubiera
sido más reservada, lo confieso, de no haber tú sorprendido, sin que yo me
apercibiese, mi verdadera pasión amorosa. ¡Perdóname, por tanto, y no atribuyas
a liviano amor esta flaqueza mía, que de tal modo ha descubierto la oscura
noche!
INUYASHA-- Júrate, amada mía, por los rayos de la luna que platean la
copa de los árboles…
AOME-- No jures por la luna, que es su rápida movimiento cambia de
aspecto cada mes. No vayas a imitar su inconstancia.
INUYASHA-- ¿Pues por quién juraré?
AOME-- No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu
persona que es el dios que adoro y en quien he de creer.
INUYASHA-- ¿Pues por quién juraré?
AOME- No jures. Aunque me llene de alegría el verte, no quiero esta
noche oír tales promesas que parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el
rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora: quizá cuando vuelvas haya
llegado abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta flor.
Adiós, ¡ojalá caliente tu pecho en tan dulce clama como el mío!
INUYASHA- ¿Y no me das más consuelo que ése?
AOME- ¿Y qué otro puedo darte esta noche?
INUYASHA-- Tu fe por la mía.
AOME- Antes de la di que tú acertaras a pedírmela. Lo que siento es no
poder dártela otra vez
INUYASHA- ¿Pues qué? ¿Otra vez quisieras quitármela?
AOME- Sí, para dártela otra vez, aunque esto fuera codicia de un bien
que tengo ya. Pero mi afán de dártelo todo es tan profundo y tan sin límite
como los abismos de la mar. ¡Cuando más te doy, más quisiera date!… Pero oigo
ruido dentro. ¡Adiós no engañes mi esperanza…! Ama, allá voy… Guárdame
fidelidad, Montesco mío. Espera un instante, que vuelvo en seguida.
INUYASHA-¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no
pase todo esto de un delicioso sueño
AOME- (Asomada otra vez a la ventana) Sólo te diré dos palabras. Si el
fin de tu amor es honrado, si quieres casarte, avisa mañana al mensajero que te
enviaré, de cómo y cuando quieres celebrar la sagrada ceremonia. Yo te
sacrificaré mi vida he iré en pos de ti por el mundo.
INUYASHA- (Llamando dentro) ¡Julieta!
AOME- Ya voy. Pero si son torcidas tus intenciones, suplícate que…
INUYASHA- ¡Julieta!
AOME- Ya corro… Suplícate que desistas de tu empeño, y me dejes a solas
con mi dolor. Mañana irá el mensajero…
INUYASHA- Por la gloria…
AOME--Buenas noches.
INUYASHA- No. ¿Cómo han de ser buenas sin tus rayos? El amor va en busca
del amor como el estudiante huyendo de sus libros, y el amor se aleja del amor
como el niño que deja sus juegos para tornar al estudio.
AOME- (Otra vez a la ventana) ¡Romeo! ¡Romeo! ¡Oh!, si yo tuviese la voz
del cazador de cetrería, para llamar de lejos a los halcones ¡Si yo pudiera
hablar a gritos, penetraría mi voz hasta en la gruta de la ninfa Eco, y
llegaría a ensordecerla repitiendo el nombre de mi Romeo.
INUYASHA- ¡Cuán grado suena el acento de mi amada en la apacible noche,
protectora de los amantes! Más dulce es que la música en oído atento.
AOME- ¡Romeo!
INUYASHA- ¡Alma mía!
AOME- ¿A qué hora irá mi criado mañana?
INUYASHA- A las nueve.
AOME- No faltará. Las horas se me harán siglos hasta que llegue. No sé
para qué te he llamado.
INUYASHA- ¡Déjame quedar aquí hasta que lo pienses!
AOME- Con el contento de verte cerca me olvidaré eternamente de lo que
pensaba, recordando tu dulce compañía.
INUYASHA- Para que siga tu olvido no he de irme.
AOME- Ya es de día. Vete… Pero no quisiera que te alejaras más que el
breve trecho que consiente alejarse al pajarillo la niña que le tiene sujeto de
una cuerda de seda, y que a veces le suelta de la mano, y luego le coge
ansiosa, y le vuelve a soltar…
INUYASHA- ¡Ojalá fuera yo ese pajarillo!
AOME- ¿Y qué quisiera yo sino que lo fueras? Aunque recelo que mis
caricias habían de matarte. ¡Adiós, adiós! Triste es la ausencia y tan dulce la
despedida, que no sé cómo arrancarme de los hierros de esta ventana.
INUYASHA- ¡Qué el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz en tu alma!
¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en que se duerme tu belleza! De
aquí voy a la celda donde mora mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y
consejo en este trance.
El telón cubrió el escenario, di un gran suspiro, pues la obra ya había
terminado.. Rin nos felicitó, yo felicite a Aome ya que ella tuvo la mejor actuación.
FIN.
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